viernes, 24 de junio de 2011

De caracoles que hacen lo que quieren y cosas que trascienden

¡¡¡Dios esta computadora es leeeeeeeeeennnnnnnnnta!!!

Me fastidia tener que escribir en ella, pero por su tamaño es sumamente práctica. Y no es sólo lenta, ¡labarra espaciadora hace loque quiere! Es una lata tener que regresar y poner el espacio que acabas de poner y que el trasto inútil decidió no hacerlo. En fin, tiene mucho que no escribo por gusto propio y hoy pretendo hacerlo aunque me cueste mucho, mucho trabajo.

Hablando de otras cosas, últimamente he estado sola, cosa que me encanta. Disfruto de mi soledad siempre que puedo; aún vivo con mi familia y me gusta mucho estar con ellos en la sala, o cuando comemos y cenamos me gusta estar acompañada y escuchar lo que hicieron durante el día. Pero en cuanto entro a mi habitación es como entrar a mi propio universo privado.

Dejando el desorden de lado, que con los años se ha hecho menos (quiero creer que estoy madurando), para mí es mágico.

¡Suficiente memudo de compu!

(5 min después en otra computadora)

Hace años cuando recién nos mudamos a esta casa, pinté un mural de Cob en la pared más larga de mi cuarto, he pegado estrellas de esas que brillan en la oscuridad en las paredes e hice un rústico móvil también de estrellas, hay un par de pinturas mías y algunas frases que me inspiran, además de mis libros, mis juguetes, mi material de dibujo, mi mesa de luz, y todos esos pequeños detalles que me hacen sentir en casa.

No sé si ya les he platicado, pero fuera de mi pequeña familia, mis papás y hermanos, inevitablemente me siento fuera de lugar, no importa la situación. Incluso con algunas de mis mejores amigas me pasa eso. Siempre siento que no encajo, soy tan singularis insolitus que muchas veces estoy pensando: “si fuera normal, sería como ella” y veo a otras chicas en la calle y sólo tengo dos opciones, me siento terriblemente rara, o agradezco ser tan singular.

Como el otro día, iba en el micro con mi hermano y venían muchos chicos en edad de prepa, las chicas iban hablando, más bien nunca dejaron de cacarear, iban arregladas, en blusa y maquilladas, recordé mis años de prepa y aún peor recordé a las chicas que muy amablemente me llamaban fenómeno (todas las demás del grupo y supongo de la prepa) y eran exactamente como ellas.

Yo nunca fui así: no me maquillaba –ni ahora lo hago a menos que sea importante–, no tenía blusas, hablaba lo estrictamente necesario y no de otras personas o bueno al menos no de personas reales, y nunca me sentí parte de ningún grupo, sólo tenía unos cuantos amigos que me hacían reír y hablábamos de animé y otras historias y aún así yo era la más rara de entre todos ellos.

Me gustaría pensar que he cambiado, pero no lo creo; de hecho creo que me he hecho aún más rara. Mi puñado de amigos son selectos ya que aunque sea un poco, pero me identifico con ellos o tenemos un gusto en común, nunca más de dos. Además me comprenden, o lo intentan…

A veces pienso que no soy tan rara, sino que simplemente tengo el valor de decir que soy diferente en una sociedad que te incita siempre a encajar, a seguir un molde o incluso encajar en él. Yo no sigo ningún molde, no tengo artista, estrella, personaje o persona al que imitar o admirar, me dedico a construirme a mí misma, no creo ser la única persona en el mundo que haga eso.

Bueno esas son sólo unas cuantas cosas que cruzan mi cabeza en una tarde común, ustedes en qué piensan.

Viri

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