Hay un libro, Matar un ruiseñor de Harper Lee que es mi favorito, he perdido la cuenta de cuantas veces lo he leído y me sé de memoria algunos de sus pasajes, y conozco tan bien a sus personajes como si fueran de mi propia familia, que hoy cuando lo vuelvo a leer es como reencotrarme con viejos amigos, amigos que son y serán siempre como los recuerdas…
Sin embargo los amigos de carne y hueso tienden a cambiar, a crecer, a madurar con el paso del tiempo.
Por estos días he vuelto a verme con varias amigas de hace años, y me he llevado algunas sorpresas, la mayoría no son como las recuerdo, han crecido, han cambiado, han madurado y me alegro por ellas, esa es una lección valiosa que no se aprende en los libros: “el tiempo no pasa en valde”.
En este tiempo que pasé sin ellas, no me percaté nunca de cuánto me hacían falta, estoy enamorada de mi soledad y he empezado a pensar que puede ser un amor excesivo. Estoy decidida a hacerlas parte de mi vida de nuevo.
Viri
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