Al final de las cosas todo es un caos, hasta que alguien llega y lo ordena ese es un nuevo principio, la historia de este principio y de este mundo en particular es única, ya que Dios no intervino en ella, bueno al menos no directamente.
Dios ya cansado de crear tantos mundos y tantos seres dio a un pequeño niño de la raza humana, su más reciente creación, el poder de crear con su mente un lugar, sólo uno donde la materia pura de su imaginación tomara forma para siempre.
El pequeño niño pidió ayuda y consejo entre sus semejantes, tal labor requería experiencia, pero los humanos que le rodeaban estaban viciados, con violencia y odio entre ellos. Un día dando un paseo el mundo desapareció ante sus pies, se encontraba flotando sobre la nada. Y cuatro dragones estaban frente a él observándolo muy serios.
Uno de ellos habló: “¿Por qué tardas tanto en crear este nuevo mundo? ¿Acaso no deseas hacerlo?”
Con un poco de miedo el niño respondió en un susurro: “Eso jamás, es sólo que no sé cómo hacerlo…” terminó diciendo con un hilo de voz y agachando su rostro.
“Si es ayuda lo que precisas, eso debiste pedir” dijo otro dragón.
Levantando la cara para ver a los dragones el niño dijo con voz temblorosa: “¿Ustedes me ayudarían?”
El tercer dragón habló: “¿Qué es lo que deseas?”
Titubeante el niño comenzó a hablar: “ Deseo un lugar donde la gente pueda vivir hasta la edad que quiera y morir sólo sí quiere hacerlo, un mundo donde nadie nunca se enferme, ni lloré, o bueno sí, pero de felicidad, donde no haya nadie triste ni enojado, donde no haya lugar para la corrupción ni la envidia ni el dinero. Que esté lleno de cosas bellas, de esas que sólo los niños conocen en sus sueños. Un mundo en donde las personas se sonrían y se saluden todos los días por la mañana y al dormir se deseen buenas noches y dulces sueños. Que se trabaje para todos…” se interrumpió a sí mismo, los dragones lo miraban de forma extraña.
Después de un silencio profundo, el último dragón habló: “Lo que deseas es algo que sólo tú puedes hacer, nosotros no te podemos ayudar a crear eso. Nosotros creamos valles y montañas, ríos, océanos y mares, tierra firme, pantanos y marismas, duras rocas o fina arena, incluso podemos crear pequeños animales y variedad de plantas y árboles”.
El pequeño se quedó pensando un momento y finalmente dijo despacito: “En ese caso el mundo que deseo puede ser este mismo, no necesito crear otro” y dando media vuelta regresó a su camino.
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